7.15.2005

¿Cómo llegue a estar empeloto en la copa de este árbol?

Por aquella mañana de verano, que caminaba por el bosque desnudo. Yo, no el bosque, me encontré a una mujer con las ropas blancas de las esposas de los caballeros de los cuentos del rey Arturo.
Y porque estaba desnudo en el bosque de las cerezas, la doncella se apiado de mi presencia. Y se quito su vestimenta para ofrecerla.
El pudor venció mi inteligencia y puse los vestidos largos, alrededor de mi cintura.
Pero ahora era ella quien se encontraba desnuda. Y sus senos redoblaban sus pliegues naturales, al rebotar en su pecho.
Juntos, ahora caminábamos juntos en el bosque de las cerezas.

Caminando juntos en el bosque de las cerezas, nos encontramos a una hormiga, cargando a un hipopótamo que llevaba la pierna rota.
La hormiga se quejaba de su labor, y el hipopótamo se quejaba de los quejidos de la hormiga.
Los ignoramos pues debieron haber sido ilusiones creadas por los hongos que habíamos comido en el bosque de las cerezas.

Era de sabiduría común, me explicó la doncella, que en el bosque de las cerezas no habían cerezas. Eran las hormigas del bosque las que habían empezado el rumor de las cerezas en el bosque, para atraer a los caminantes y ofrecerlos como sacrificios a sus dioses. Y los hipopótamos eran los padres de sus iglesias.
La ignore, pues pense que ella había comido mas hongos que yo.

En esas apareció el caballero esposo y señor de la doncella, cabalgando en su corcel blanco, a su rescate, pues la andaba buscando desde hacía ya rato, y no la había podido encontrar hasta aquel momento en el bosque de las cerezas.
Se bajo de su montura descomunal, haciendo relinchar al corcel, y desenvainó su espada de oro, con la que me persiguió amenazando con matarme a planazos, por haber visto los senos de su esposa.
Salte hasta la copa de los árboles, que me refugiaron, pues con su armadura dorada, no podía saltar tras de mí, pero las ropas de su esposa se cayeron al suelo en mi huida.

Y así me encontré otra vez, desnudo, en las copas de los árboles del bosque de las cerezas. Recibiendo un beso a distancia de la doncella, que me lo enviaba, sentada en el corcel blanco, mientras que su marido guiaba a la bestia por el sendero.

1 comment:

Astronautaperdido said...

Me encantó. Sobre todo por los paisajes delirantes: el bosque sin cerezas, los hipopótamos sacerdotes, los rumores de las hormigas. Y lo del Bosque de las cerezas, el bosque de las cerezas, una chimba, así como el final con despedida nostálgica. Era obvio que la chica estaba mejor con vos que con el caballero de armadura.