3.05.2008

Por los pasillos del hospital caminaba Pablo. No tenía nada que hacer ahí. Pero los caminaba. Mirando los números en las puertas de los cuartos. Mirando las marcas de la cerámica del suelo. Contando los saltos que daba con cada paso.
Doblando a la izquierda, y derecho hasta el fondo. Otra izquierda y derecho hasta el fondo.
Creyó haber visto pasar la misma persona 2 veces. Y creyó que lo descubrirían vagando los pasillos.
Así que pregunto al siguiente transeúnte, la localización de la cafetería.
Sabía que todos los hospitales, deben tener una cafetería.
Y ahí se podría sentar, tranquilo en su ilusión. Convencido de que las otras personas ahí pensarían que el tenía un familiar en graves condiciones en el lugar. Y por lo tanto derecho a quedarse ahí por el tiempo que quisiera.
Pidió un café y se sentó en una mesa cerca a la caja registradora, pero no inmediatamente en frente, sino una mesa en la que la niña de la caja tuviera que voltear la cabeza para verlo.
Así se sentía mas cómodo.
Prendió un cigarrillo, y esperó su tinto.
Cuando llego, amablemente sonrió a la mesara, dio las gracias y miro por la ventana. Así la mesera sabría que el no quería escuchar su risa. Solo quería estar tranquilo donde no lo molestaran.
Pablo soñaba con las meseras de todos los lugares donde se escondía y siempre siempre hacia todo lo posible por no hacer una conexión con ellas. Se ponía bravo cuando no tenían suficiente tiempo para saludar o sonreír. Y cuando lo hacían, el las ignoraba.
Pablo era una contradicción ambulante.
Solo con sus pensamientos, empezó a divagar.
Creo que en ese momento, inconscientemente, llegó a la realización de su estupidez, y por arte de sus malas conexiones cerebrales, pensaba en algo que decirle a la mesera cuando volviera.
Frase tras frase se le pasaba por la cabeza. Memoria tras memoria de películas romanticonas.
Pero cuando llego a limpiar el cenicero, Pablo una vez más, solo sonrió. Un poco demasiado, y la mirada asustada de la mesera, lo volvió a dejar callado, mirando por la ventana.
Se levanto, caminó a la caja registradora, pago su café y salió lo mas pronto posible del hospital.

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